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// Posted by :Unknown // On :martes, 8 de marzo de 2011


Escrito por: Sandra Álvarez
Nos contaron una historia sobre un aula. Aquel que entraría allí a medianoche en un día de luna llena, desaparecería. Nosotros nos decidimos a investigarlo, pues nos sentíamos intrigados por saber si era verdad la historia que nos contaron. Al día, mejor dicho, a la noche siguiente, que había luna llena, Alexander, Ethan y yo quedamos para ir esa noche al “Aula Maldita”. Llegamos y yo, sentí una presencia y se lo dije a Alexander y Ethan, se rieron de mí. Yo pensé que era una tontería y seguí con ellos. Entramos y yo me acobardé y salí corriendo, Alexander salió detrás, dejando a Ethan solo. Como a Ethan le dan miedo pocas cosas o ninguna, el siguió adelante y se quedó sólo en el aula.
Alexander me vio tirada en el suelo y me preguntó que qué me había pasado. Le respondí que alguien o algo me había empujado y me dijo que me habría tropezado con algo y simplemente me caí. Le dije que no quería volver dentro y, en ese momento, escuchamos un grito. Pudimos escuchar que la voz era de Ethan y fuimos corriendo a ver lo que pasaba. Cuando llegamos la puerta estaba cerrada y había una extraña luz dentro. Alexander la intentaba abrir pero no lo conseguía. Se fue la extraña luz y la puerta se abrió sola, entramos y allí no había nadie, el aula estaba vacía. Hubo una extraña fuerza que nos empujó fuera y yo quedé inconsciente. Alexander me llevó a su casa para que mis padres no se preocuparan y les dijo que íbamos a dormir todos en su casa. A la mañana siguiente Alexander me despertó, pues había que ir a clase y hacer como si nada hubiera pasado. Todo el mundo hablaba sobre desapariciones de amigos suyos, y a todos les habían contado la historia del aula y habían ido a investigar, como nosotros. Pasamos las tres primeras horas y a la hora del recreo estuvimos hablando sobre decírselo a los profesores. Alexander me dijo que no nos creerían. Decidieron no decirlo e ir otra noche de luna llena. Laura, una compañera suya, les oyó y les chantajeó sobre que si no le dejaban ir con ellos se lo diría todo a los profesores. Alexander y yo accedimos y le contamos toda la historia.
Durante los días siguientes hicieron como si todo sería normal y Ethan estuviera enfermo o algo así. Ese día 13 de marzo, que además era el día de la mala suerte, porque era martes. Quedaron a las doce menos diez para ir hacia el instituto y Laura llevó linternas por si nos hacían falta. Y, en efecto, nos hicieron falta. Llegamos al aula y ella salió corriendo, y yo, detrás de ella, dejando a Alexander solo en el aula. Mientras volvíamos escuchamos un grito y fuimos corriendo, había una extraña luz y la puerta no se podía abrir, como cuando Ethan desapareció. La luz se apagó y la puerta se abrió, pero al entrar, nada ni nadie nos tiró hacia fuera, sino, que, una voz nos dijo que no volveríamos, la próxima vez no nos dejaría ir, o al menos a una de nosotras. A Laura le sonó como un reto y me dijo de ir el próximo día que hubiera luna llena. Como yo no me pude negar, le dije que sí. Estuve hasta el siguiente día que hubo luna llena preocupada por lo que le pudiera haber pasado a Alexander y, pensando que nunca le podría decir que desde niños, siempre he estado enamorada de él y que me gustaría que fuésemos novios. Pasaron tres meses que, aunque parezca raro, es verdad, no hubo luna llena. Laura y yo quedamos para ir la noche siguiente al aula. Llegó la noche y fuimos. Decidimos que sería mejor que sólo entrase una, y entré yo. Al principio todo parecía normal, pero, al llevar no más de diez minutos una luz muy intensa me cegó. No recuerdo que pasó, sólo sé que me desperté en una isla. Parecía que estaba sola. Di un paseo por la isla y en un árbol había una pequeña casita así que, me decidí a subir para ver quien vivía allí. Para mi sorpresa quien vivía en la pequeña casa del árbol era Ethan. Estuvimos hablando y me contó que lo que pasaba es que la calle donde estaba antes situado el colegio era un antiguo bosque, y que la voz era una chica que falleció y la enterraron en este mismo bosque. Ethan me enseñó la isla e identificamos en un cueva que alguien había hecho una pequeña fogata. Entramos y vimos que era Alexander. Todos nos abrazamos, felices de nuevo, por estar juntos. Buscamos una manera para salir, pero no encontramos ninguna. Pasaron dos semanas y “la voz” nos habló. Nos dijo que si queríamos salir de ahí tendríamos que hacer lo posible porque el instituto no se construyese. Cómo no teníamos opción, tuvimos que aceptar. Nos pusimos a pensar qué podíamos hacer para conseguir eso, no se nos ocurría nada. Pasaron días, semanas, y seguía sin ocurrírsenos nada.

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